Entre Petroglifos y Fibra de Caña, El Universo Multidisciplinar de Aída Orrego
Aída Orrego La Artista que Conversa con la Tierra
Por César Rincón
Aída Omaja Orrego Valencia, más que una creadora, es una tejedora de historias. Su obra, arraigada en el Huila pero expandida hacia el mundo, es un diálogo constante entre el pasado precolombino y los urgentes llamados del presente: la paz, la ecología y la memoria colectiva. Con manos que moldean piedra, fibras vegetales y hasta sensores electrónicos, su arte trasciende lo estético para convertirse en un acto de resistencia y reinvención cultural.
Raíces y Alas: La Dualidad de una Trayectoria
Aída Orrego es una artista que no se deja encasillar. Formada en la Universidad Nacional de Colombia, siempre en contante aprendizaje y evolución, su práctica oscila entre lo figurativo y lo conceptual, entre el muralismo monumental y la delicadeza de un grabado alternativo. Pero más allá de las técnicas, lo que define su trabajo es una búsqueda espiritual: rescatar los símbolos rupestres de sus ancestros y reinterpretarlos bajo la luz de problemáticas actuales.
Con participación de más de 100 exposiciones dentro y fuera de territorio nacional —desde el Salón Regional de Artistas hasta el Mosaico por la Paz en México— revelan un compromiso con lo colectivo. No es casual que una de sus piezas emblemáticas, "Planeta en construcción", haya nacido de talleres comunitarios en Nariño y el Huila. La obra, una esfera de bambú y caña, es un mapa táctil de colaboración: cada fibra tejida por manos anónimas cuenta una historia de resiliencia.
El Lenguaje de lo Efímero y lo Eterno
Aida Orrego es una alquimista moderna. En su taller, la piedra dialoga con sensores electrónicos; el cemento se mezcla con vidrio reciclado; las telas se impregnan de pigmentos ancestrales. Esta elección de materiales no es arbitraria: cada elemento carga un simbolismo.
- Lo orgánico: Las fibras de caña y el pindo en "Planeta en construcción" evocan las labores del río Magdalena, pero también la fragilidad de los ecosistemas.
- Lo tecnológico: En obras como "Alegoría cósmica al Amazonas", incorpora circuitos que parpadean como estrellas, uniendo astronomía y arte digital.
- Lo ritual: Sus esculturas en madera —como el homenaje al cantautor Luis Alberto Osorio— tienen la solemnidad de un relicario, pero sin caer en el folklorismo.
Arte Público: Memorias que Habitan las Plazas
El muralismo y las intervenciones urbanas de Orrego transforman espacios en lugares de encuentro. Su "Reloj analémico de sol" en Neiva no solo marca las horas, sino los ciclos agrícolas; el "Obelisco de los petroglifos huilenses" es un monumento vivo, que invita a descifrar los trazos de culturas desaparecidas.
Sus esculturas en homenaje a la mujer de la serie “Maternidad”, son expuestas con orgullo en varias corporaciones bancarias.
En "Plaza Central", su intervención en Honda, la artista convirtió el suelo en un lienzo de símbolos prehispánicos, pero con un giro: usó residuos de construcción pulverizados, literalmente reciclando el paisaje. Aquí, el arte no decora: interroga.
Lo Micro y lo Macro: La Bienal como Reflejo de un Pensamiento
Su participación en la I Bienal Micro-Arte 2024 (Brasil/Colombia) sintetiza su filosofía: piezas pequeñas que contienen universos. Una cerámica con motivos quimbayas puede albergar un sensor que reacciona al cambio climático; un "grabado alternativo" sobre papel reciclado se convierte en un manifiesto sobre la deforestación.
La Artista que Sembró un Bosque de Reflexiones
Aída Orrego no crea obras: siembra preguntas. Su legado no está solo en museos, sino en las comunidades que aprendieron a ver el arte como un acto de sanación. Entre el bambú y los algoritmos, entre el Huila y México, y otros países. Su voz es un recordatorio: el arte es el territorio donde lo ancestral y lo futuro pueden abrazarse.
¿Qué sigue? Quizá un jardín de esculturas solares, o un archivo digital de petroglifos animados. Lo seguro es que, mientras el río Magdalena siga corriendo, Aída seguirá tejiendo su historia en fibra de caña y esperanza.