Plata creó a Kiso, un samurái que encarna la lucha por democratizar el conocimiento

Texto y fotos por Manuel Tiberio Bermúdez 

Hay muchas formas de mirar el fútbol: como una pasión, como una religión, como una emoción colectiva, como un fanatismo. Pero hay quienes ven en él, además de la belleza y la capacidad creativa de los jugadores, una metáfora de la vida misma. Así lo cree Carlos Plata, con quien dialogamos hoy. 

Carlos Alberto Plata, no solo es propietario de una importante colección de objetos relacionados con la historia del fútbol, sino que también es autor de libros que buscan inspirar a las personas a ser mejores. Abogado especializado en propiedad intelectual y patente, inventor, empresario exitoso, historiador y defensor de iniciativas ambientales, Plata ha dedicado esfuerzos a reducir la contaminación y desarrollar tecnologías sostenibles para el aprovechamiento responsable de recursos genéticos tropicales. 

Sin embargo, en esta conversación preferí conocer al hombre que vive, estudia y domina el mundo del fútbol como pocos; al que escribe libros para ayudar a los seres humanos a reconocerse como entes civilizados. Su interés por el fútbol nació en la infancia, cuando lo descubrió como una herramienta poderosa para interactuar, comunicar y compartir. “La pelota siempre me ha parecido una herramienta excepcional de integración”, afirma con convicción. 

Una vida de historias

Plata estudió derecho, aunque inicialmente soñaba con ser arquitecto, atraído por el diseño y la narración de historias. “Paradójicamente, no sabía dibujar cuenta entre risas. Decidió entonces dedicarse a narrar historias que transmitieran valores, rescataran la dignidad humana y reflexionaran sobre el rol de la civilización. 

Un momento clave en su vida fue la no celebración del Mundial de fútbol en Colombia, un hecho que lo marcó profundamente. “Me generó una enorme frustración. Me pregunté: ¿cómo desperdiciamos una oportunidad de esas?”, recuerda. Esto lo llevó a investigar cómo otros países, como Uruguay, Argentina, Brasil, México o Estados Unidos, lograron organizar mundiales. ¿Qué los hacía diferentes? ¿Por qué Colombia no podía ponerse de acuerdo en lo fundamental para proyectarse globalmente? 

En su búsqueda, Plata se topó con figuras olvidadas, como el uruguayo Mazali, un futbolista que conquistó Europa con un esfuerzo titánico, pero cuyo nombre no generaba pasiones. “Llegué a la conclusión de que no las generaba porque era un desconocido. Y lo que había hecho era realmente trascendental”, explica. Este hallazgo lo llevó a reflexionar sobre cuántas historias de personas, inventos o desarrollos han sido sepultadas por intereses creados o por la falta de quien las cuente. 

Desempolvando historias

“¿Cuántas vivencias, cuántas experiencias de tanta gente habrán corrido la misma suerte que Mazali?”, se pregunta Plata. Para él, la historia suele ser contada por los vencedores o por quienes tienen interés en que ciertos relatos prevalezcan, a menudo distorsionando la verdad. Esto lo motivó a desempolvar historias de personas y eventos que, pese a su trascendencia, permanecen ignorados. 

Carlos Plata ve en el fútbol una herramienta poderosa para conocer otras culturas y entender diferentes formas de ver la vida. “La pelota cohesiona, integra, incita al diálogo”, asegura, reconociendo que, aunque hay casos de excesos, estos son excepciones. Su misión es rescatar historias de personas que, sin buscar reconocimiento, marcaron la diferencia con sus acciones. 

Un ejemplo es Madame “Pain”, el hada madrina de la selección uruguaya, una mujer que, con su empatía y capacidad de convocatoria, demostró que las mujeres tienen mucho que aportar. “Ella no pretendía reconocimiento, solo quería mostrar que las mujeres tienen voz”, destaca Plata. 

Kiso y la democratización del conocimiento

Plata creó a Kiso, un samurái que encarna la lucha por democratizar el conocimiento. Inspirado en el kemari japonés —un juego de pelota que promovía el diálogo y la integración—, Kiso es un personaje complejo que cuestiona por qué el conocimiento, que debería ser universal, a menudo está en manos de pocos. “¿Por qué genera desconocimiento? Eso le parecía degradante”, explica Plata. 

Kiso, nacido de una cultura milenaria, es autocrítico y capaz de rectificar. “Equivocarse es un derecho, rectificar es un deber”, dice uno de sus hitos. Este personaje, presente en los libros de Plata, busca transmitir valores como el honor, la lealtad y el respeto por el contradictor, virtudes que el autor asocia con la figura del samurái. 

El libro 111 hitos de Kiso, premiado por Andigraf como la mejor colección gráfica de Colombia, refleja esta búsqueda. Plata se inspira en pensadores como Schopenhauer, quien veía en el arte una vía para el conocimiento esencial. Para él, el arte y el fútbol comparten un componente estético y ético que eleva la condición humana. 



El propósito de la vida 

Plata reflexiona sobre la infelicidad humana, que atribuye a la falta de propósito. “La gente es feliz cuando hay motivación, y hay motivación si hay propósito”, sentencia. En un mundo saturado de información irrelevante y tecnología que genera dependencia, Kiso representa la lucha por recuperar el foco. 

Un legado en construcción 

Con su proyecto Planet Ball, Plata busca transmitir el “alfabeto de Kiso”, una caja de herramientas para vivir con propósito, respeto y disciplina, sin pretender imponer verdades absolutas. “No somos redentores. Solo queremos volver a lo básico, a los orígenes de una civilización armónica”, dice. 

A través de la pelota, Kiso y sus historias, Plata invita a reflexionar sobre la dignidad humana y la importancia de compartir el conocimiento. “Si el conocimiento es lo que hace digno al ser humano, ¿por qué no democratizarlo?”, concluye.